“A este post hay que pegarle un buen meneo”.
Cuando me encontraba esa frase en un post después de que Cova me lo hubiera corregido, me echaba a temblar.
No.
Sería más correcto decir que se me venía el mundo encima.
Porque eso significaba que el post que le había entregado estaba mal.
Tan mal que había que hacerle unos cuantos cambios… y en alguna ocasión, incluso reescribirlo de arriba abajo.
Y créeme.
Tener que hacer un montón de modificaciones en un texto al que le has dedicado horas y en el que has volcado todo tu esfuerzo, duele.
Y que eso pase en uno de cada tres posts, duele todavía más.
Porque en mi cabeza, todas esas críticas sonaban a:
“No sabes escribir.
“Has hecho 4 años de Periodismo; llevas 5 años dedicándote a la redacción profesionalmente.
Y todavía. No. Sabes. Escribir”.
Eso duele.
No solo eso; además, es una sensación aterradora.
Hasta el punto de que, conforme iba recibiendo revisiones, cada vez me daba más miedo ponerme con el siguiente post.
Cada vez me daba más miedo entregarlo una vez lo había terminado.
Cada vez me daba más miedo enfrentarme a las críticas.
Hasta que un día, con la moral tan hundida que ya estaba por Nueva Zelanda, me dio por preguntarle a Cova si realmente lo estaba haciendo tan mal.
Y lo que me dijo fue:
“No; tú escribes muy bien. Mucho mejor de lo que crees. Lo que pasa es que te vence la inseguridad”.
Sí; yo escribía bien.
Quizá no al nivel de Cova; algo lógico, porque ella tenía muchísima más experiencia que yo.
Quizá todavía tuviera bastante margen de mejora (y lo sigo teniendo).
Pero escribía bien.
Esa es una idea que me ha costado muchísimo esfuerzo interiorizar. Porque la inseguridad que decía Cova tenía unas raíces muy profundas.
Y si estás leyendo esto, lo más probable es que a ti te ocurra justo lo mismo.
Pero te prometo una cosa:
Aunque sea difícil (muy difícil), hay maneras de vencer esa inseguridad.
No te hablo de erradicarla por completo, pero sí de ponerla bajo control. Al menos lo suficiente como para que no te bloquee.
Aquí te voy a contar varias estrategias que he ido probando con los años y que me han funcionado.
Va a haber un poco de todo:
Y en medio de todo eso he espolvoreado unos cuantos truquitos. 😀
Pero te adelanto una cosa.
Si esperas encontrar un consejo del tipo:
“Escribe. Escribe mucho, porque a escribir solo se aprende escribiendo”.
Eso NO lo vas a encontrar aquí.
Porque no es verdad (o al menos no toda la verdad).
Luego te explico más en detalle por qué digo esto… pero mejor vamos punto por punto.
El miedo a escribir es como una enfermedad.
La raíz siempre es la misma, pero los síntomas pueden variar mucho de una persona a otra.
Por mi experiencia (como redactor, pero también como alguien que ha corregido el trabajo de otros redactores), lo más habitual es que este miedo se manifieste en forma de:
Los vemos uno por uno.
Te sientas frente al ordenador y abres el editor de texto. En la esquina superior de la pantalla, el cursor parpadea con impaciencia.
Como exigiéndote que te pongas a escribir de una vez.
Como juzgándote.
Y tú lo intentas. Empiezas a darle a las teclas, pero nada de lo que haces te convence. Escribes una línea y la borras, la vuelves a escribir y la vuelves a borrar…
Así hasta que, al cabo de un rato, la desesperación te vence y te levantas de la silla. Y con cada derrota, el miedo a volver a enfrentarte a la página en blanco solo crece y crece.
Pero qué se le va a hacer, ¿verdad? No es culpa tuya que tengas menos inspiración que una piedra…
Pues ahí está el error.
Y es que en el 99 % de los casos, el miedo a la página en blanco no es un problema de inspiración, sino de planificación.
Lo que necesitas no es más creatividad (de eso ya tienes suficiente, aunque no lo creas), sino un método.
De hecho, te digo más:
Si empiezas a escribir directamente sobre una página en blanco, lo estás haciendo mal.
Más adelante en este mismo post te explico por qué.
Durante mucho tiempo, corregir mis propios textos me generaba pesadillas.
Le daba mil vueltas a cada párrafo, hacía un millón de cambios, pero por más veces que releía el texto, nunca me parecía lo bastante bueno.
Te suena, ¿verdad?
El problema es que, aunque te suene contradictorio, hacer más revisiones no siempre es mejor. Y es que cuando has repasado demasiadas veces un texto puede ocurrir que:
Y aquí enlazo con el siguiente punto de la lista…
Muchas veces, el hecho de revisar sin parar viene por el pánico que te supone enfrentarte a las opiniones de los demás.
Este miedo es difícil de superar… pero no imposible.
Y ahora te voy a contar varios trucos para ello.
Bloqueo ante la página en blanco.
Excesivo perfeccionismo.
Inseguridad ante las críticas.
Yo mismo he vivido estos 3 síntomas.
Pero como te decía al principio del post, con el tiempo he encontrado varias estrategias que me han ayudado a ponerles freno.
Te las cuento todas y tú eliges las que te sean útiles. 😉
¿Recuerdas cuando antes te dije que, si al escribir te enfrentas a una página totalmente en blanco, algo estás haciendo mal?
Pues me refería a esto.
Una de las cosas en las que Cova hace más hincapié es que antes de escribir
siempre
siempre
SIEMPRE
hagas un esquema previo.
Ese esquema puede ser tan simple o tan extenso como quieras. Pero como mínimo, debería reflejar:
Esto es importante por dos motivos.
Para que te hagas una idea de la importancia de este punto:
En el módulo 3 de “Palabras que Atraen”, Cova le dedica una lección de 1 hora (UNA HORA COMPLETA) a explicarte cómo elaborar el esquema de un post.
Si aún no escribes con esquemas, pruébalo, porque te prometo que vas a notar muchísimo la diferencia.
(Ojo: este mismo consejo es válido para cualquier texto, desde un post hasta un email o una publicación de redes sociales. Antes de ponerte a escribir, decide qué vas a contar y en qué orden. Siempre).
Hay una frase de Hemingway que me gusta mucho:
“El primer borrador de cualquier cosa es siempre una mierda”.
Y en parte, tiene que ser así.
El problema es que muchos redactores con poca experiencia hacen lo contrario: intentan que la primera versión de su texto sea la definitiva.
Por eso le dan vueltas y más vueltas a cada frase que escriben, tratando de que se quede perfecta.
Eso es prácticamente imposible.
Y no solo es imposible, sino que además es agotador (y una receta segura para el bloqueo).
En lugar de eso, cuando escribas la primera versión de tu texto intenta hacerlo de corrido. Sin pararte a pensar en:
Con el primer borrador, lo único importante es que les des forma a las ideas que tienes en tu cabeza.
Que el texto coja cuerpo y solidez (incluso si a nivel de redacción es una mierda, como dice Hemingway).
Te lo digo porque es mucho más fácil editar un texto que es una basura, que extraer una obra maestra directamente desde el vacío de la página en blanco.
Lo sé por experiencia.
De hecho, en el escritorio del ordenador tengo una imagen que, para mí, refleja justo esa idea de “extraer algo bueno a partir de la basura” (como recordatorio para cuando me asalta la “perfeccionitis”):
Si ahora mismo te pasas 5 minutos reescribiendo cada frase, prueba este sistema.
Esto te quitará presión de encima.
Te ayudará a superar el bloqueo inicial y a abrir el grifo de la escritura.
Pruébalo y me cuentas. 😉
Otro error muy común entre los redactores principiantes: escriben como si tuvieran prisa por terminar.
Con eso me refiero a que hacen frases y párrafos:
Tanto que, cuando lees el texto, casi te da la sensación de ir montado en un coche deportivo con el acelerador pisado a fondo. Vas tan deprisa que apenas tienes tiempo de respirar.
Eso no es bueno.
Tienes que darle espacio al lector para que pueda asimilar cada idea.
Ofrecerle respiros.
Pausas.
Cova lo resume muy bien en esta frase:
“Un párrafo, una idea”.
Tan sencillo como eso.
Para que veas a qué me refiero, imagina que en lugar de haber dividido este apartado que estás leyendo en varios párrafos, te hubiera dicho:
“Los redactores novatos intentan meter muchas ideas juntas en un mismo párrafo, como si tuvieran prisa por terminar, y eso hace que el lector vaya acelerado por el texto (como si fuera con un Ferrari a toda velocidad) y provoca que le cueste más captar las ideas que le quieres transmitir, lo que hará que el texto se entienda peor y además tendrás que hacer más correcciones y te agobiarás más”.
¿Soy el único que se ha perdido a mitad de párrafo? 😅
TRUCO Si lo de darle ritmo a tus textos y organizar las ideas en párrafos te cuesta, te recomiendo que leas “La cocina de la escritura”. Es un libro muy práctico y con un montón de consejos para mejorar tu manera de escribir, incluso si no te dedicas a ello de manera profesional (de hecho, el libro está pensado sobre todo para quienes no escriben profesionalmente). Desde mi perspectiva, te puedo decir que es uno de los mejores manuales de redacción que he leído. Muy recomendable. |
Este es un ejercicio que probé durante unos meses y me ayudó bastante a ganar confianza escribiendo.
Por la mañana, antes de empezar a trabajar, lo primero que hacía era buscar un post que estuviera muy bien escrito y copiarlo a mano.
Sí, a mano.
Como cuando hacías dictados en el colegio, pero copiando el texto desde la pantalla del ordenador.
¿Por qué?
Pues porque este ejercicio te obliga a reflexionar sobre cómo está construido ese texto.
A medida que vas copiándolo, te vas dando cuenta de:
En general, vas captando los recursos que ha utilizado para darle coherencia y sentido al texto.
Empiezas a entender por qué ese texto funciona; por qué te suena bien y te resulta agradable de leer.
¿Podrías hacer el mismo análisis solo leyéndolo?
Quizá sí: pero desde mi experiencia, el hecho de irlo escribiendo a mano hace que interiorices todos esos recursos mucho mejor.
(Por si acaso: no hace falta que escribas un texto entero; basta con que copies unos cuantos párrafos que te gusten mucho).
Esto lo digo literalmente.
Cuando un texto me gusta mucho, lo copio en un lector de voz como TTSReader y lo escucho.
De esta forma puedes ver la “musicalidad” del texto. Cómo está redactado de manera que las frases no resulten monótonas y tengan ritmo.
Para que veas a qué me refiero, te pongo un ejemplo muy famoso del escritor Gary Provost.
Entra en TTSReader y copia este texto:
“Esta frase tiene cinco palabras. Aquí hay otras cinco palabras. Está bien escribir frases así. Pero muchas juntas suenan monótonas. Escucha lo que está ocurriendo. La lectura se vuelve aburrida. El sonido empieza a zumbar. Es como un disco rayado. El oído pide más variedad”.
Bastante soso, ¿verdad?
Ahora prueba con este otro (es la continuación del párrafo anterior):
“Ahora, escucha. Varío la longitud de la frase y creo música. Música. La escritura canta. Tiene un ritmo agradable, una cadencia, una armonía. Uso frases cortas. Y uso frases de tamaño medio. Y, a veces, cuando estoy seguro de que el lector está descansado, le engancho con una frase de longitud considerable, una frase que se incendia con energía y que crece con todo el ímpetu de un crescendo, del redoble de tambor, del tintineo de los platillos; sonidos que dicen escucha esto, es importante.
Así que escribe con una combinación de frases cortas, medianas y largas. Crea un sonido que agrade el oído del lector. No escribas solo palabras. Escribe música”.
¿Notas la diferencia?
Te recomiendo que hagas lo mismo con cualquier texto que te guste; cópialo en esta herramienta y escúchalo con atención.
Te prometo que, poco a poco, irás interiorizando el concepto del “ritmo” y te acabará saliendo solo.
Esto me parece muy, muy recomendable.
Guarda en una carpeta todo lo que vayas escribiendo. Me da igual si es una carpeta en tu ordenador, en un disco duro o en Google Drive; como si quieres imprimir tus textos y conservarlos físicamente.
Lo importante es que los tengas todos a mano.
Luego, cada cierto tiempo (por ejemplo, cada seis meses) revisa esos textos antiguos y compáralos con los que estás escribiendo ahora mismo.
Así te darás cuenta de cuánto has mejorado.
En los días de bajón, cuando sientas que no haces nada a derechas y que tus textos son una porquería, este pequeño ejercicio te dará un chute de motivación brutal.
(Ojo: esto solo se cumple si eres constante y escribes de manera frecuente).
TRUCO En esa misma carpeta te recomiendo que guardes también cualquier comentario positivo que alguien te haya hecho respecto a tus textos. Si un lector te escribe diciéndote que tu post le ha resultado muy útil, o que le ha gustado mucho tu último email… todos esos mensajes son una medicina estupenda contra los días grises. |
Esto te va a doler; pero cuanto antes lo asumas, mejor:
Tu texto nunca va a ser tan bueno como te gustaría.
Nunca.
Siempre te quedarás con la sensación de que podrías darle una vuelta a este párrafo o aquel; de que quizá esa frase se podría reformular y escribirla de otra manera; o tal vez el tercer subtítulo podría ser un poco más…
No importa.
El objetivo no es hacer un contenido perfecto (eso es imposible).
Lo importante es que:
No tiene que ser una obra maestra; en la mayoría de los casos, basta con que sea funcional.
Cuando estés atascado con una parte del texto a la que ya le has dado mil vueltas, te aconsejo que hagas lo siguiente: para, levántate 5 minutos y despéjate un poco.
Luego vuelve, lee esa misma parte y pregúntate: “Tal y como está escrita, ¿el lector lo va a entender? ¿Las ideas están expresadas con suficiente claridad?”.
Si la respuesta es “Sí”, entonces es hora de pasar página y darle carpetazo a ese texto. 😉
TRUCO Este va para los hiperperfeccionistas. Si sientes que, por más repasos que le das al mismo texto, nunca terminas de corregir, prueba a ponerte un límite. Por ejemplo: >> “Solo voy a hacer 3 revisiones de este texto. A la tercera lo subo, esté como esté”. >> “Como máximo, voy a dedicar 5 horas en total a hacer modificaciones” (5 horas repartidas a lo largo de 2-3 días, no seguidas). Esto es útil por varios motivos. Primero, porque te obliga a poner límites a tu perfeccionismo y evita que caigas en las correcciones eternas. Además, como te decía antes, cuando repasas demasiadas veces un mismo texto acabas perdiendo perspectiva. Llega un punto en que te saturas. A la hora de progresar, vale más la pena redactar muchos textos diferentes que centrarte en revisar el mismo hasta dejarlo perfecto. Y el que me parece el motivo más importante: Al publicarlo, te expondrás a recibir comentarios de tus lectores (tanto felicitaciones como críticas constructivas). Y te prometo que eso te enseñará muchísimo más sobre qué funciona y qué no. |
Se dice mucho eso de:
“A escribir se aprende escribiendo”.
Sí, ya.
Y a conducir se aprende conduciendo. Claro, por eso nadie ha inventado todavía las autoescuelas.
🙄
A ver.
Para aprender a escribir y soltar el miedo, tienes que escribir mucho. Eso es verdad.
Pero si pretendes convertirte en un redactor experto de manera autodidacta, sin nadie que te guíe:
Quizá haya gente que tenga un talento enorme de base y que logre dominar la escritura sin nadie que le enseñe, sí; igual que hay quien aprende a cantar o a pintar al óleo sin pisar un conservatorio ni una escuela de arte.
Pero lo más probable es que ellos sean la excepción y no la norma.
Si pretendes vencer tu miedo y aprender a escribir bien (y sobre todo, si lo haces con un objetivo profesional), mi consejo es sencillo.
Fórmate.
Busca a alguien que te enseñe.
Y en función de tu objetivo, necesitarás un tipo de formación u otra:
En mi caso, cuando empecé a trabajar con Cova, hice el curso de Palabras que Atraen.
Y sí, había cosas que ya sabía (ten en cuenta que para entonces ya llevaba 5 años dedicándome profesionalmente a la redacción). Pero también aprendí mucho sobre cómo:
Y en general varios “trucos del oficio” que Cova ha volcado en esa formación, y que a mí me ayudaron bastante a sacudirme las inseguridades.
Si te cuesta escribir los contenidos de tu blog, te aconsejo de verdad que le eches un ojo.
Y ya casi me callo, que llevo mucho rato dándote la tabarra. 😉
Pero termino con la publicación de una psicóloga que sigo en Instagram y que es de mis favoritas: La Psicóloga Japuta.
Lo que te quiero transmitir con esto es que:
Porque aunque a veces se te olvide.
ERES. HUMANO.
Así que fustígate un poquito menos y quiérete un poquito más.
Te confieso una cosa.
Esa inseguridad que te decía al principio sigue conmigo.
Nunca ha llegado a desaparecer del todo… y en parte, está bien que así sea.
Creo que el día en que asumes que no puedes mejorar y que has llegado a la cima de tus capacidades, es el día en que empiezas a marchitarte como profesional.
Por eso te decía que no pasa nada por tener miedo.
Lo importante es que seas capaz de mantener esa inseguridad bajo control. Que no te bloquees por ella, sino que seas capaz de seguir escribiendo a pesar de ella.
Espero de verdad que los consejos que te he dado a lo largo del post te ayuden a conseguirlo.
Por cierto.
Si te ayuda, también puedes contarme en los comentarios qué es lo que te genera más miedo a la hora de escribir.
A veces, el simple hecho de expresar ese miedo en voz alta (o de ponerlo por escrito) hace que pierda fuerza.
Si te animas a hacerlo (o si te ha quedado cualquier duda)… te leo por aquí abajo.
Te informamos de que los datos de carácter personal que proporciones rellenando el presente formulario serán tratados por Cova Díaz Ceballos como responsable de esta web. La finalidad de la recogida y tratamiento de los datos personales que te solicito es para gestionar los comentarios que realizas en este blog. Legitimación: Consentimiento del interesado. Como usuario e interesado te informo que los datos que me facilitas estarán ubicados en los servidores de Raiola Networks SL (proveedor de hosting de Cova Díaz) dentro de la UE. El hecho de que no introduzcas los datos de carácter personal que aparecen en el formulario como obligatorios tiene como consecuencia no poder atender tu solicitud. Podrás ejercer tu derecho de acceso, rectificación, cancelación y oposición al tratamiento de tus datos personales, en los términos y en las condiciones previstos en la LOPD dirigiéndote a la dirección de correo electrónico [email protected] así como el derecho a presentar una reclamación ante una autoridad de control.
Te informamos de que los datos de carácter personal que proporciones rellenando el presente formulario serán tratados por Cova Díaz Ceballos como responsable de esta web. La finalidad es el envío de mis publicaciones, así como correos comerciales sobre mis distintos servicios y productos. La Legitimación es gracias a tu consentimiento. Tus datos se encuentran alojados en mi plataforma de email marketing Active Campaign suscrita al Privacy Shield. Podrás ejercer tus derechos de acceso, rectificación, limitación o suprimir tus datos desde [email protected]. Puedes consultar más información acerca de la Política de Privacidad desde aquí.
dani mayoral says:
Realmente me gustó el post, son consejos muy útiles, también me divertí mientras lo leía. Por varias experiencias en las que obtuve baja calificación en mis escritos escolares, en donde solo me decían los errores que tenía y no lo que estaba bien en ellos, sentí que escribir no es para mí y que siempre lo iba a hacer mal. Por eso no me gusta escribir es como si yo mismo expusiera mi incapacidad. Muchas gracias por el post.
Adrián Medina says:
¡Hola, Dani!
Muchas gracias a ti por tus palabras. Es como dices, muchas veces la manera en la que nos enseñan algo nos marca. Y si nos enseñan de una manera muy estricta, puede que acabemos cogiéndole miedo a algo que debería ser tan natural como escribir (que al final no deja de ser una forma de comunicarnos; todos podemos escribir, igual que todos podemos hablar y expresar nuestras ideas en voz alta).
En esos casos, lo mejor que podemos hacer es tener paciencia y darnos permiso para cometer errores, para escribir cosas que sabemos que son mejorables… y en general, darnos tiempo y espacio para aprender y mejorar.
Mucho ánimo en ese camino.