Lo de la tasa de rebote es un auténtico lío.
Y es que parece que cada post que lees te cuenta una cosa diferente sobre ella:
Que sí, que no, qué sí, que no… es la métrica de Schrödinger, señoras y señores. 🤓
Ahora en serio.
No te preocupes si tú también andas con la cabeza hecha un lío, porque mi objetivo con este post es darte claridad.
Y sobre todo: que entiendas cómo interpretar esta métrica y utilizarla para saber si tu estrategia de contenidos está dando buenos resultados.
Por eso aquí te voy a contar:
¿Empezamos?
Antes de nada, arranco con una definición.
La tasa de rebote (también llamada “porcentaje de rebote” o “bounce rate”) es una métrica que indica el porcentaje de usuarios que han entrado en tu web y se han ido sin interactuar con ella.
Es decir.
“Rebote” serán todas aquellas visitas que llegan a tu página y:
Y con esto ya te puedes hacer una idea de por qué es tan importante…
Pues normalmente es señal de que algo está fallando en tu web.
Por ejemplo:
Sea cual sea el motivo, si tienes una tasa de rebote alta, significa que estás perdiendo muchas oportunidades de convertir a tus visitas en clientes (que es la principal función de un blog).
Para eso necesitas una herramienta de analítica web.
La más utilizada (porque es gratuita y muy completa) es Google Analytics.
Lo que pasa es que en los informes predefinidos de Analytics (los que aparecen por defecto sin tener que configurar nada) no aparece el porcentaje de rebote de tu web.
Pero hay dos maneras de averiguarlo:
Sigo.
Quizá hayas leído por ahí que una tasa de rebote alta es mala para el SEO. Que si uno de tus posts tiene un porcentaje de rebote muy alto, no se posicionará bien en Google.
Esto es falso… en parte.
Para empezar, la tasa de rebote NO es un factor de SEO en sí mismo.
El algoritmo no puede saber si tu web ofrece una buena o mala experiencia de usuario fijándose únicamente en el porcentaje de rebote. Y no te va a penalizar solo porque sea muy alta.
Lo que hace Google es tener en cuenta otra serie de métricas. Y dos de las más importantes son:
Te las explico.
El tiempo de permanencia es una métrica que te indica el tiempo promedio que transcurre desde que una persona accede a tu web hasta que se marcha.
Y al combinarla con el porcentaje de rebote, puedes saber con más precisión si hay algo en tu página que esté fallando.
Por ejemplo, imagina que un post tiene una tasa de rebote muy alta, y:
El tiempo de permanencia también lo puedes medir a través de Google Analytics.
Imagina que un usuario entra en tu post. Se lo lee por encima, pero lo que le cuentas no le parece interesante. Así que al cabo de unos segundos, vuelve a los resultados de Google y entra en la siguiente página que le aparece.
Esto (el hecho de que un usuario entre en una web y, a los pocos segundos, salga y entre en otra) se llama pogo sticking.
Y esto sí es bastante grave.
Porque si ocurre a menudo, el algoritmo lo tomará como una señal de mala experiencia de usuario.
Y ya sabes lo que eso significa: bye bye posicionamiento en Google…
El problema es que no puedes saber cuál es exactamente el porcentaje de pogo sticking de tu web. Esta es una métrica interna que usa el algoritmo, pero que no está accesible desde Google Analytics ni desde ninguna otra herramienta.
Ahora bien. Si notas que en algunos de tus posts el bounce rate es muy alto y el tiempo de permanencia es bajo (de solo unos pocos segundos)…
Entonces lo más probable es que los usuarios estén saliendo rebotados de tu post y yéndose derechos a otro.
Es prácticamente imposible reducir la tasa de rebote a cero.
Siempre habrá usuarios que lleguen a un post, se lo lean y se vayan (sin ir más lejos, las personas que estén suscritas a tu newsletter; ellos no se van a descargar tu lead magnet ni probablemente se lean ningún otro post).
Y como te decía, eso en sí mismo no es malo.
De lo que se trata es de:
Y los consejos que te voy a explicar ahora te servirán para ambos objetivos.
Atento.
En el arranque del post tienes que atrapar al lector. Conseguir que se muera de ganas de seguir leyendo.
Tienes que dejarle claro que:
¿Cómo lograrlo?
Puedes usar solo uno de estos recursos o combinarlos.
Por ejemplo, imagina que estás haciendo un post sobre cómo elaborar una tarta de 3 chocolates.
Si en lugar de decir que:
“En este post te explicaré cómo hacer una tarta de 3 chocolates, los ingredientes que necesitas y los pasos a seguir”.
Arrancas con algo tipo:
“¿Cuántas veces has intentado hacer una tarta de 3 chocolates pero, al sacarla de la nevera, parecían más unas natillas que una tarta? Y es que nunca consigues que cuaje, pero no entiendes por qué. ¡Si siempre sigues la receta al pie de la letra!
No te preocupes, porque aquí te explico los pasos para hacer una tarta de chocolate de rechupete y que cuaje correctamente.
Además, te cuento un truco que yo empleo en mis preparaciones para que tenga una consistencia ligera y extracremosa”.
¿Cuál de las dos te da más ganas de seguir leyendo?
RETO Vamos a hacerlo un poco más divertido. Analiza la introducción de este post y dime, ¿qué recursos he utilizado yo para captar tu interés? Déjame tu respuesta en los comentarios. ¿Te atreves? 😉 |
Seguro que más de una vez has entrado a leer un post, pensando que ibas a aprender algo útil… pero lo que te has encontrado es un texto:
Vamos, que después de un par de párrafos ya estabas con dolor de cabeza.
Y claro, no has tardado ni un minuto en cerrarlo e irte a otro.
Este es un problema muy común. Y la manera más sencilla (y eficaz) de evitarlo es plantear el esquema del post antes de lanzarte a escribir.
Es decir, primero decides:
Y luego ya empiezas a redactar.
Así no solo evitarás que tus lectores huyan despavoridos.
Además, a ti te costará mucho menos escribir y revisar ese contenido. De hecho, es uno de los consejos que te daba en este post sobre cómo superar el miedo a escribir.
Cuando una persona busca algo en Google, es como si le estuviera “haciendo una pregunta” al buscador.
Y la respuesta que espera obtener a esa pregunta (la información concreta que quiere encontrar) es lo que denominamos intención de búsqueda.
Esto es importante porque, si dominas el concepto de “Intención de búsqueda” y eres capaz de aplicarlo en tus contenidos, te será mucho más fácil:
Pero mejor te lo explico con un ejemplo.
Supongamos que tienes una escuela de pilates y estás escribiendo un artículo para atacar la palabra clave “Pilates para dolor de espalda”.
En tu post incluyes un montón de ejercicios para hacer en el gimnasio y usando accesorios como picas, bandas elásticas, pelotas…
Pero resulta que la intención de búsqueda de esa palabra clave (lo que la mayoría de la gente quiere encontrar cuando hace esa búsqueda en Google) es:
¿Qué ocurrirá entonces?
Pues que cuando una persona empiece a leer tu post, verá que no le estás ofreciendo la información que esperaba y se irá. Y con toda probabilidad, entrará en otro resultado (pogo sticking).
Así que Google quitará tu post de las primeras posiciones, porque sabrá que no es útil para el usuario.
Claro que… ¿cómo sabes tú qué quiere encontrar una persona cuando hace una búsqueda?
Es fácil: solo tienes que analizar los contenidos que ya están posicionados en Google por esa palabra clave.
Así:
Esa información es la que los usuarios esperan obtener cuando hacen esa búsqueda (y por lo tanto, la que deberías incluir en tu contenido si quieres que se posicione).
Además, lo ideal es que añadas algunas ideas extra que no aparezcan en el resto de posts.
Por ejemplo: en el caso del post de pilates para la espalda, podrías añadir en tu contenido un par de ejercicios que el resto no mencione.
Esto se llama “skyscrapper”.
Y es una técnica simple pero muy eficaz para elaborar contenidos de calidad.
De hecho, Cova la explica en detalle en el módulo 3 de Palabras que Atraen (nuestro curso de marketing de contenidos).
Siempre que puedas, añade en tus posts enlaces a otros contenidos de tu blog.
Así:
¿Sueles incluir enlaces a otros posts en tus contenidos?
De vez en cuando me encuentro posts que no tienen cierre.
Me refiero a contenidos que no tienen ninguna frase de despedida ni conclusión. Como mucho, un par de líneas para decir “Espero que te haya gustado este contenido y que te resulte útil. Nos vemos en el siguiente”.
Eso es una oportunidad perdida.
Al final de todos tus contenidos deberías añadir una llamada a la acción: una o varias frases donde le pides al usuario que haga algo concreto.
Ya sea:
¿Por qué?
Porque así es mucho más probable que lo haga, simplemente. 😉
Si no, lo que la mayoría de usuarios hará por inercia será cerrar el post e irse de tu página (claro, si ya han terminado de leer, ¿para qué iban a quedarse…?).
Cierro la lista con un consejo que no tiene relación directa con la calidad de tus contenidos, pero que también es fundamental.
Como te decía, a veces un porcentaje de rebote alto es señal de que la experiencia de usuario en tu web es mala.
Por ejemplo, porque carga demasiado lento.
Para evitarlo:
Una baja velocidad de carga no solo va a hacer que tus visitas se marchen (y que tu tasa de conversión caiga en picado).
Es que, además, Google penaliza a las webs demasiado lentas y las posiciona peor.
Mucho cuidado con esto.
Sé que te he soltado mucha información de golpe y que ahora mismo estarás con la cabeza hecha un lío.
Pero mi consejo final es este:
No les des tantas vueltas a las métricas, y pon el foco en crear contenidos de calidad.
Ojo: las métricas te sirven como indicadores para saber si vas por el buen camino.
Pero el objetivo nunca debería ser que “la tasa de rebote baje a un X %” o que “el tiempo de permanencia suba hasta Y minutos”.
No.
Lo realmente importante es que tus posts:
Si logras eso, ten por seguro que el rebote bajará y todo lo demás (el tiempo de permanencia, el engagement, la conversión) subirá.
Y para aprender a escribir posts que logren todo eso, tienes Palabras que Atraen.
Un curso donde Cova te explica todo lo que necesitas saber para:
Tienes toda la información sobre el curso aquí.
Y recuerda que si te ha quedado cualquier duda, me la puedes dejar en los comentarios.
¡Nos vemos por allí!
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